Viejo, ¿Yo? Tal vez, mis calzoncillos
- Coach y Facilitador con PNL Lizardo Araujo Acosta
- 16 jul 2016
- 3 Min. de lectura

Semana tras semana, en cada charla empresarial que dicto, veo que el porcentaje de cabezas blancas está decreciendo, y me pregunto, ¿a dónde se han ido?, porque en algún lado deben estar.
Hace mucho tiempo, los años eran sinónimo de sabiduría, el clan respetaba las canas, los más sabios las exhibían con gallardía, sus tribus anhelaban ese conocimiento que irradiaba el color blanco, dicho liderazgo era validado en la cabellera. Sin embargo, las cosas han cambiado, como es lógico, el tiempo transforma valores y creencias, y desde mi opinión, creo que el tiempo debería tener una memoria “inteligente”, que le permita filtrar o resguardar aquellas creencias que formaban una sociedad más sabia. Lamentablemente no es así, y por el justo pero mal usado por muchos “libre albedrio”, el mundo decide hacia dónde va; es que en esta etapa de la humanidad estamos caminando hacia un mundo en el cual las personas se tiñen las canas para aparentar juventud, se reducen la edad antes los nuevos amigos que no los conoce, un lugar en el cual la edad de jubilación forzosa es menor, en donde organizacionalmente pesa más una maestría con 3 años de experiencia que 20 años de “cancha pura”, un mundo donde a la tercera edad se le grita si no cruzan rápido la pista, una sociedad en la cual los jóvenes son llamado gerentes con un sueldo bajísimo y sin experiencia alguna que acredite dicho puesto, pero es mano de obra barata (no sé qué tan barato le resulta a la empresa reprocesar los errores), una sociedad en donde ser viejo y no tener familia es estar condenado a someterse en las calles a trabajar como si tuvieras las fuerza de un joven de 20 años, una realidad llena de botox y carros deportivos que permiten esconder las llagas de gloria y tristeza, bien ganadas.
Hace buen tiempo fui un egresado de la universidad, y siempre me encantó conversar con los dueños de la afrodita oro (juventud eterna,) pues ellos veían la vida con ojos alegres a pesar de sus huesos desgastados, para tal ejemplo, va el de mi abuela, de quién aprendí muchas cosas sobre la vida, principalmente a ser fuerte cuando el karma te acaricia con su mano áspera, así como, de mi nana que aprendí a siempre sonreír a pesar de que muchas veces no hay motivo para hacerlo, y espero que mi hijo quiera esa sabiduría que tanto me costó aprender, pero que seguramente le servirá. En un par de años me voy para las 4 décadas con aciertos y aprendizaje bien disfrutado; ahora como coach y antes como trabajador dependiente en más de 6 empresas, espero que retomemos la habilidad de valorar la experiencia de aquellas personas que tienen años trabajando como padres, colaboradores, esposos, hijos, amigos, etc, quiénes tienen mucho que aportar aún.
No hay que avergonzarse por los años que pasan, hay que amarlos, besarlos y transmitirlos. Mañana tengo una reunión con mis amigos los “viejitos”, ellos hacen calistenia en el parque casi diariamente, y adivinen que ¿? son 6 personas que pasan los 60 años, cada uno con una historia más alucinante que la otra, cada uno con una memoria de la cual aprenderé para no equivocarme, cada uno con una cicatriz cerrada por lagrimas pero ganada por la fortaleza de vivir, cada uno con mucha pero mucha sabiduría que respirar.
Viejo, ¿Yo? Tal vez, mis calzoncillos. Todo lo viejo no aporta, se extingue, todo lo sabio extingue a lo viejo, yo no soy viejo ni lo seré, yo soy sabio y lo seré más. Que a ti no te guste la sabiduría es tu problema, no el mío.
Lizardo Araujo Acosta
Gerente General de la Escuela Internacional de Coaching y PNL (EICP)
Master en Gerencia y Administración – EOI (España)
Coach de Vida y Ejecutivo – ICI (Alemania) y HCN (Chile)
Licensed Practitioner of Neuro-Linguistic Programming - SNLP (USA)
Facilitador en Procesos de Cambio con PNL - ESPNL (México)
Especializado y Diplomado en Gerencia y Procesos – Escuela de Post Grado UPC
Email: coach.lizardo@gmail.com / informes.eicp@gmail.com
Celular: 996184735
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